Por regla general, los trabajos de creación cultural tienen una trascendencia temporal mayor que los publicitarios. En el caso de la publicación Nuestra comparsa. Gigantes, enanos y cabezudos de Calatayud, el Ayuntamiento bilbilitano nos transmitió su deseo de crear un material atractivo sobre su comparsa que pudiera distribuirse entre todos los vecinos del municipio. Es la suya una comparsa con enorme tradición y popularidad, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX, si bien cuenta con antecedentes todavía más remotos.
Inmediatamente y a efectos operativos, dividimos el trabajo en cuatro áreas interrelacionadas: documentación, redacción, ilustración y diseño.
Dado que no existían suficientes fuentes documentales escritas sobre los cabezudos, enanos y gigantes de Calatayud, acudimos al Grupo Cultural AJB y nos entrevistamos con sus responsables para recabar la máxima información fiable sobre todos ellos.
El objetivo asumido era crear un material con alma y energía, vivo, no un simple almanaque descriptivo, sino una propuesta creativa capaz de perfilar una personalidad específica para cada una de las veintidós figuras: cuatro gigantes, dos enanos y dieciséis cabezudos. Partiendo de la realidad, desde luego, pero aplicando imaginación e inteligencia para convertir las figuras en personajes carismáticos creíbles y entrañables. Una labor que conllevaba, a su vez, gran responsabilidad: al ser el primer material oficial al respecto, obtendría de inmediato la credibilidad y la fuerza necesarias para consolidarse en la historia.
Así, entre otras cosas, ideamos una relación no correspondida entre El Podón y la Dolores, imaginamos un vampiro acomplejado bebedor de savia, le atribuimos un romance a la galleguiña María con un antiguo carretero de Calatayud y le asociamos al Sacristán un duro pasado. Nos movimos entre la verdad y la ficción, partiendo de los hechos para alcanzar las más altas cotas de la fascinación. Incorporando, además, guiños encubiertos a los lugareños que mejor conocen la comparsa, como que la Bruja sea géminis (son dos hermanas las que se turnan al portarla) o que el Baturro baile como si llevara una pulga dentro (su portador es conocido como “El Pulga”).
Al tiempo que se definían los distintos personajes, nuestra dirección de arte concretó el formato: un volumen de 24 páginas más cubiertas de 16 x 16 cm, encuadernado en rústica y con un pequeño lomo que le da el aspecto de librillo caprichoso. Además, escogimos al ilustrador Ignacio Ochoa para realizar los dibujos, por su estilo y su experiencia en estos temas, y supervisamos su labor hasta obtener el resultado esperado.
A continuación, el proceso de maquetación y diseño asumió el objetivo de dotar a los personajes del máximo protagonismo, con unos fondos homogéneos y diversidad de texturas, para favorecer el ritmo visual sin desviar la atención.
Los quince mil ejemplares fueron producidos en una imprenta de nuestra confianza y, una vez distribuidos, en vísperas de las fiestas de la Virgen de la Peña, supieron llegar al corazón de sus destinatarios bilbilitanos.
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