Las marcas dependen de su imagen. Su notoriedad, impacto y adecuación a los públicos determinan en qué grado sus productos o servicios son conocidos, valorados y deseados por su público, real o potencial. La eficacia de la comunicación empresarial es, actualmente, más importante que nunca.
Comunicar bien es imprescindible. Siempre lo ha sido, corporativa y comercialmente. En la actualidad, en esta sociedad de la información en la que vivimos, ya no sirve hacer lo mismo. La aparición y el desarrollo de nuevos canales de comunicación alternativos han incrementado exponencialmente las variables disponibles para llegar a los públicos. De hecho, incluso las marcas locales menos poderosas pueden posicionarse en mercados específicos, nacionales e internacionales, con una aureola de prestigio. ¡Hasta consiguen seducir a clientes de las antípodas geográficas y mercadológicas!
La comunicación online tiene muchas consecuencias positivas. Un vídeo viral puede suponer un espaldarazo definitivo para nuestra marca. Una mención de un youtuber top puede marcar la diferencia entre el anonimato y la popularidad. Un buen trabajo de marketing de contenido nos aportará visibilidad y fiabilidad en los buscadores y, quién sabe, quizás a medio plazo un posicionamiento privilegiado en los primeros puestos de Google.
Por el contrario, la competencia informativa se ha multiplicado, y sigue haciéndolo, sine die. Nuestros mensajes online de marca no solo compiten con los del resto de los anunciantes. Lo hacen también con todos los mensajes, individuales o colectivos, que inundan Internet y las redes sociales. Sin límites, tampoco, vitales ni geográficos. El reto de la visibilidad nunca había sido tan difícil.
Con todo, el online es bastante más económico, moderno y apetitoso que la comunicación offline convencional. Ahora bien, la cuestión fundamental es esta: ¿es también más rentable?
Sobre la atomización publicitaria y la eficacia de la comunicación empresarial
La aparición de especialistas en las distintas áreas de comunicación es lógica, valiosa y necesaria. Pero la comunicación empresarial es un todo, no una suma de partes deslavazadas e inconexas. Sean cuales sean los medios empleados, el mensaje ha de ser uno. Igual que la legión romana aplicaba principios tácticos y estratégicos para imponerse y sacar más rendimiento a las unidades militares con las que contaba, así la dirección de marketing y comunicación debe definir una estrategia global de comunicación para su marca.
El mismo target al que llegamos con un spot de televisión ha podido llegar hasta nosotros, antes, buscándonos en sus redes sociales o encontrando alguno de nuestros posts divulgativos. El efecto de ambas conexiones debe sumar más que uno y uno. Si lo hacemos bien, con coherencia estratégica, el resultado no sería dos, sino once. Mejorar la eficacia de la comunicación empresarial requiere, hoy más que nunca, planificar y gestionar con una visión global y acciones específicas. Respetando las características de cada medio y target, pero superando sus límites. Apostando en todo caso por un relato único, adaptado a cada mensaje y canal. Desarrollando una comunicación afectiva y efectiva para llegar al corazón de nuestros públicos y de la sociedad en su conjunto. Con verdad, con fiabilidad, apertura y empatía. Coherente y sinérgica en todas sus manifestaciones, con independencia de los caminos empleados.
Para conseguir la máxima eficacia de la comunicación empresarial, la atomización publicitaria puede ser una oportunidad. O un lastre. Todo depende de esa planificación estratégica que debe ser capaz de conformar un todo único, superior al total de las partes. ¿Necesitas ayuda para conseguirlo? ¿Quieres contar con un centro neurálgico de comunicación global en tu entorno? En Zúmmum somos especialistas en estrategias exitosas de comunicación. Llámanos ahora.
Escribe un comentario